El Grupo 96 fue el primer grupo salmantino de “música progresiva”
Hacia el año 1966, Ramón Grande del Brío, un adolescente aún en el bachiller, recibió una visita de las musas que le llevó a la composición de canciones. Como ninguno de los grupos locales incorporan su obra al repertorio, decide fundar su propio conjunto. “Llegue para sustituir a mi profesor de bajo y me encontré con que Ramón tenía todo un equipo montado en su casa”, asegura Chema Alonso, bajista de la formación. Tras varios cambios se quedaron definitivamente Ramón a la guitarra solista, Chema al bajo, Manolo Mellado a la batería, así como Teyo, un cantante al que acompañaban Los Vanadiors. Se llamaron Los Cisnes y comenzaron a ensayar en el Erika, un local donde actuaban a diario. “Un día de 1969, aterrizó por el lugar el famoso Gaby, ex organista y bajista de Los Rejas. Estaba sin grupo y recién salido de la mili. Le propusimos tocar con nosotros y, contra todo pronóstico, aceptó. Empezó sustituyéndome en el bajo mientras estuve enfermo y cuando me recuperé se hizo cargo de los teclados”, cuenta Chema.
Los comienzos
La incorporación de este magnífico músico supuso un giro copernicano para la formación, que cambió su nombre por el de Grupo 96. “Pensamos en llamarnos Grupo 69, año de nuestra fundación, pero, dadas las connotaciones erótico-festivas de la cifra, nos pareció prudente darle a vuelta”, asegura Manolo. Tras este cambio de denominación, buscaron un buen “manager” (un gallego apellidado Camoiras). Después, con su apoyo, se compraron un equipo en condiciones (dos Vox para guitarra y bajo, un enorme Music Son para el teclado, un equipo de voces de esta misma marca, un órgano Gem y tres guitarras Fender (Stratocaster, Telecaster y Mustang de bajos). Además comenzaron a ensayar más de ocho horas diarias hasta sonar como profesionales. Como presentación, ganaron un festival en el Pabellón de Deportes a base de canciones de los Fórmula V, pero el público no quedó muy conforme con el resultado porque le gustó más Asfalto, un conjunto de León que tocaba rock progresivo (en los bises hicieron una versión de Basura Fresca de Evolution, dedicada al jurado). Parece que aprendieron la lección. A partir de entonces a las magníficas versiones de Los Beatles que solían interpretar (Sommeting, Birthday, Taxman, Get Back, etcétera), añadieron otros temas como Get Ready de Rearth Eart, Black Magic Woman de Santana o un increíble Knife de Emerson, Lake and Palmer que concluía en un fragmento de órgano de J.S. Bach, virtuosamente interpretado por Gaby.
De esta manera, el Grupo 96 se convirtió, sin duda, en el mejor de Salamanca, en un momento en el que los “grandes” de la década anterior se habían disuelto o solamente se juntaban para hacer algún “bolo”. En los siguientes tres años actuaron en toda la provincia, en Zamora, Galicia y Madrid, e incluso llegaron a convertirse en el grupo de acompañamiento de Pedro Ruy Blas.
Cuando parecían ya encaminados a la consagración Ramón abandonó el conjunto para comenzar Filosofía y Letras. En su lugar entró Flores, un excéntrico y excelente guitarrista de rock, especie de Jimmi Page local. Había estado con Gaby en Los Rejas. Su fichaje supuso un nuevo terremoto en el sonido del conjunto, que se endureció y se fue aproximando cada vez más al de gente como Deep Purple, Led Zeppelín y otras formaciones de lo que entonces se llamaba Hard Rock o rock progresivo. Por esta época, además, Marino, hasta entonces un “amiguete” que hacía de “pipa” y guardaespaldas del grupo, se incorporó a este como miembro de pleno derecho, pasando a tocar la percusión y la armónica, además de hacer coros.
(Del libro «Historia Incompleta del Pop y del Rock en Salamanca«, de Víctor González Villarroel. Explorafoto, Salamanca 2009)
Edición web: Yolanda Cambronero (Culture 27)
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