Fueron los únicos salmantinos, desde los años 70, que llegaron a encabezar los 40 Principales
Juanes Sevillano (1972) tenía siete años cuando su padre, músico aficionado, le buscó un profesor de guitarra y tres años más tarde otro de piano. “Pese a no haber finalizado ningún estudio musical reglado, nunca he dejado de tocar desde entonces”, afirma.
A los catorce se asoció al teclista Josué Arias, junto al que acabó montando un grupo de versiones, denominado Quique y los que nos íbamos a Pique. En menos de un año, los entusiastas adolescentes fueron incorporando al cantante Alfonso Gallego, y, finalmente a Hugo García Bernalt, bajista descendiente de una dinastía de músicos “serios”, Javier Arnés, virtuoso de la guitarra española que jamás había visto una eléctrica, se convirtió en el solista del grupo, mientras que Chuchi Sánchez se sentó a la batería.
Así como otras formaciones aparecen como grupos de colegio, el que enseguida pasó a denominarse Terapia Nacional surge como grupo de urbanización, ya que comienza a ensayar en una casa de La Raz, donde residían varios de ellos. “Yo conocí a Javi en el colegio Maestro Ávila, y él me llevó a la urbanización y me presentó al resto del grupo, que ya estaba intentando grabar una maqueta”, asegura Hugo.
Enseguida se decantaron por un poprock fresco y fácil de escuchar, muy en la línea que cultivaban en la España de finales de los ochenta. Eso sí, tocaban canciones compuestas por ellos mismos, no versiones. En toda la trayectoria del grupo solamente interpretaron tres de estas últimas: una de los Pistones (Las siete menos cuarto), el famoso Cuéntame de los Formula V y Viviendo de noche, original del grupo madrileño Veni, vidi, vici.
Los compositores más prolíficos del grupo eran Juanes, Hugo y Alfonso. Josué también escribió varias de las canciones del primer disco, Javi solamente compuso una. Sin embargo era el arreglista oficial, una labor que, según asegura, se le da muy bien.
Primeros conciertos
El 27 de noviembre de 1988 dieron su primer concierto en el salón de actos del Colegio Calasanz, Después actuaron dos veces en la discoteca Tito´s, propiedad del padre de Hugo. Tocaron también en algunos bolos organizados por la revista El Mes, en el Pub Bag Pipes, en el Monza de la Gran Vía, en el Bogart y en algún garito más.
Durante los conciertos del Tito’s y con medios más que artesanales (una simple pletina) grabaron una maqueta con cuatro temas (La Playa, Vestida de Negro, vente conmigo y quiero volverte a ver), que llevaron a la radio, concretamente a la versión salmantina de Los 40 Principales de la SER. “Tuvimos la suerte de que a dos de sus locutores (Paco Serrano e Ilu Fernández,) les pareció que La Playa era un tema fresco, sencillo y fácil de escuchar, así que nos hicieron una entrevista y, a continuación, empezaron a radiarlo frecuentemente”, relata Hugo. Al público le encantó, enseguida hubo gente, que llamó alabando y -lo que es más importante- solicitando el tema. En 1989 Hugo se fue a estudiar un año a los EEUU y mientras tanto le sustituyó su amigo Pepe Vázquez (alias Pepe Seven), que él considera “el Bajista salmantino por antonomasia”. Con él y unas pesetas arañadas a familia y amistades, el grupo se dirige a los estudios Caskabel de León) y trasforma dos de esos de esos cuatro temas (La Playa y vestida de Negro) en un single de los antiguos, o sea (para que se aclare la gente joven), de esos negros, de vinilo, con una agujero circular en el centro y que se reproducían a 45 revoluciones por minuto).
Esta grabación va a cambiar su destino. En primer lugar, la consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León les incluye en su programa de actividades. “Gracias a ello”, relata Juanes“pasamos de los pequeños locales a los grandes descampados en Béjar, en la Plaza de Anaya, en la Plaza Mayor y otros lugares del mismo tipo.
Además, el single llega a manos de José Ramón Pardo, que empezó a pincharlo en su programa de Antena 3, “La gente reaccionó igual que en Salamanca”, nos cuenta Hugo, que había recuperado su puesto tras regresar de los Estados Unidos. “Parece que contactaba bien con el público, primer escalafón para lograr el triunfo”, asegura.
El contrato discográfico
En las Ferias de 1990, actuó en Salamanca Modestia aparte, un grupo de Madrid muy seguido por el público adolescente de sexo femenino. Su batería trabajaba también en el sello discográfico Salamandra. El single le gustó mucho y se lo mostró a los ejecutivos de la compañía. El producto respondía a lo que buscaban, así que envió a Salamanca al productor Ernesto Baquero para que viera si había posibilidad de convertir su repertorio en discos vendibles. Pasaron el examen, y firmaron un contrato discográfico. A partir de 1991, el grupo graba tres LP, titulados respectivamente Loco por ti, Por verte feliz (1992) y Cuestión de tiempo.(1994).
De ellos se extrajeron varios singles, todos en la lista de 40 Principales, con tanto éxito que uno de ellos (¿Qué quieres ser?) llegó a número 1 en el verano de 1992. “Cuando ya habíamos contactado con la compañía, Alfonso Gallego y yo pensamos que nos hacía falta un pelotazo para el debut. Nos reunimos en su casa, nos pusimos a trabajar en el cuarto de su hermana y compusimos el tema, que al resto de los miembros del grupo les pareció un truño. Cuando Baquero vino a vernos, interpretamos todo el repertorio y, solo cuando habíamos finalizado, insistimos en interpretarla, con la oposición de todos nuestros compañeros. No solamente le gustó al productor, sino que inmediatamente se dio cuenta de que era un single. Hoy es el tema más recordado y reproducido de cuantos grabamos”, asevera Hugo.
35 clubes de fans
En cuanto apareció el primer LP, el grupo se convirtió en el favorito de las adolescentes, debido a la sencillez de sus temas, el pop elemental que hacían y su imagen de niños guapos. “Durante la promoción de Loco por ti, Telecinco nos sacó tres veces en su programa La quinta marcha; “a los pocos días ya no podíamos salir a la calle sin que legiones de adolescentes nos persiguieran. Ni siquiera en Salamanca, donde seguíamos residiendo, podíamos pasar delante de un colegio de chicas o cruzarnos con una excursión femenina sin que las niñas chillaran. Era un poco como The Beatles”, afirma Hugo. Su popularidad entre ellas fue tal que llegaron a tener 35 clubes de fans entre España e Iberoamérica. Porque el grupo saltó el charco. Al año siguiente de aparecer su primer disco en nuestro país (o sea, en 1992), Salamandra decidió editarlo en México precedido de una gigantesca campaña de promoción que incluía conciertos en México DF, Guadalajara y Monterey. Fue tremendo, “las chicas mexicanas eran aún más apasionadas que las españolas. Recuerdo la escalera de incendios del hotel en que nos alojábamos en Guadalajara llena de adolescentes que pretendían subir por ella”, rememoran Hugo y Juanes.
Tanto uno como otro recuerdan esta gira como agotadora, estresante y molesta. Ciudad de México es un lugar enorme, con distancias gigantescas que debían atravesar a toda prisa y rodeados de guardaespaldas, para acudir a las diferentes presentaciones, en prensa, radio, televisión y otros actos de asistencia obligada programados por su sello discográfico. “Otra cosa que nos dio problemas fue el lenguaje, ya que expresiones que aquí son de uso común, allá resultan malsonantes u ofensivas”, remata Hugo.
Las fans tampoco les daban tregua en nuestro país. Incluso cierto día una de ellas, menor de edad, se presentó en Salamanca y acudió a casa de Hugo, tras huir de su hogar paterno en Guadalajara. “tuve que explicarle a la policía que yo no tenía ninguna culpa de la fuga”, finaliza.
Pese a todo, ambos recuerdan con cariño a sus seguidoras “aún tengo contacto con varias presidentas de clubes fans, que se han convertido en entrañables amigas, asevera Juanes.
Pese a estos aparentes acosos y malos rollos, el grupo siempre mantuvo una excelente relación con su público. “Tras cada concierto abríamos el camerino a quien nos quisiera visitar, firmábamos con buena cara cuantos autógrafos nos pedían e incluso nos íbamos de copas con los fans al terminar la actuación. Contra lo que a muchos puede parecer nunca fuimos ni divos ni estúpidos con nuestros seguidores”, recuerda Hugo.
Terapia, además tiene dos características interesantes. La primera es que fue la primera banda salmantina que entró en los Cuarenta Principales desde que, a principios de los años 70, lo lograra el grupo Moby Dick, (incluso tuvo un número 1 en Venezuela). También estuvo entre los discos más vendidos, pocos años después, un single del dúo salmantino Mona y Luís. La segunda característica, es que era fue de las pocas Boy Bands españolas que no es un invento prefabricado por una compañía discográfica.
Nadie es profeta en su tierra
En los cuatro años que duró su relación con Salamandra, Terapia ofreció más de doscientos conciertos. “Creo que no hay ciudad española en la que no hayamos tocado”, afirma Juanes. En todas partes su público se mostraba receptivo y entregado. Salían mucho en la televisión, en los 40 Principales y, prácticamente todos los meses, en la revista Superpop”, eran extraordinariamente populares. Sin embargo, el hecho de arrasar específicamente entre las niñas adolescentes, el pop sin complicaciones que hacían y su condición de presuntos “hijos de papá” trajeron como consecuencia el que sus clubes de fans estuvieran contrarrestados por lo que podíamos definir como grupos de detractores, frecuentemente no exentos de cierta envidia. Como es frecuente, estos clubs de “antifans” proliferaron, sobre todo, en nuestra culta Salamanca, nadie es profeta en su tierra. El 14 de septiembre de 1992, Terapia logró cumplir uno de los sueños de todo grupo local que obtiene éxito fuera: consagrarse ante sus paisanos en olor de multitud. Así que se dispusieron a presentar su segundo disco en uno de los más emblemáticos lugares del mundo: nuestra maravillosa Plaza Mayor, abarrotada como nunca había estado con artista alguno.
Parecía que el concierto iba a ser un espectáculo mundial .Y lo fue hasta que, en un momento dado, algunos de los asistentes, pocos según los miembros del grupo, les obsequiaron con una hermosa tomatina, al tiempo que proferían toda clase de abucheos y descalificaciones. “La mayor parte del público se entregó y nos aplaudió, los “abucheantes” eran cuatro gatos, pero la verdad es que no estábamos acostumbrados a estos desprecios, que únicamente se produjeron en nuestra ciudad de origen”, relata Juanes.
De todas formas, el grupo continuó trabajando a un ritmo frenético que se intensificó cuando Salamandra detectó que estaban a punto de firmar con EMI. “Habíamos grabado ya dos discos, y, según contrato, debíamos registrar un tercero, así que decidieron exprimirnos como un limón. Tras la grabación de Cuestión de Tiempo organizaron una gira de promoción que nos dejó exhaustos. Fue una venganza de la que nosotros, unos críos acostumbrados a hacer siempre lo que se nos ordenaba, fuimos incapaces de defendernos. Así que un día actuábamos en Cádiz y al día siguiente nos trasladábamos a Bilbao en furgoneta”, asegura Hugo. Tanto estrés acabó pasando una altísima factura. Como en el caso del acoso de las fans, les ocurrió de nuevo lo que a The Beatles: llegó un momento en que no se aguantaban entre ellos. “Aunque más tarde volvimos a ser excelentes amigos, llegamos a no hablarnos, a comunicarnos a través del road manager”, relata. De esta manera, al final de la gira de presentación de su tercer disco decidieron tomarse un descanso, que acabó siendo definitivo. “No nos echó el público, nos fuimos nosotros porque no podíamos más, estábamos tan hartos que ni siquiera la sustanciosa oferta de EMI nos decidió a volver”. Poco a poco, cada uno fue encaminado su vida de forma diferente. Alfonso y Hugo finalizaron su carrera de Derecho, tras lo cual el segundo opositó a Notarias. “Como no aprobé, pasé a trabajar en la automoción y luego en la industria farmacéutica en la que permanezco hasta ahora”. Alfonso estuvo en el Departamento Jurídico de Warner Music, y posteriormente en el de algunos laboratorios farmacéuticos. Actualmente trabaja en Pfizer. De Juanes, que también fue varios años ejecutivo de la industria discográfica, podemos decir que actualmente vende motos con gran éxito, ya que es el director comercial para España y Portugal de la marca Triumph; Javi es policía en Cáceres ; Chuchi, el baterista, fue AR en la discográfica BMG y en la Universal Records y actualmente es el road manager del cantaor José Mercé. Por último, el teclista Josué, tras haber estado varios años haciendo música para series de televisión, vive en Patagonia (Argentina), donde es productor musical en su propio estudio de grabación.
Tanto Juanes como Hugo piensan que la discográfica no fue muy clara en las liquidaciones de royalties que les hacía. “La verdad es que nunca hemos sabido el número exacto de discos que vendimos”, dice Juanes, Ambos creen que se aprovecharon de su juventud e inexperiencia, pero ninguno se ha convertido en un juguete roto, ni se arrepiente de su paso por Terapia Nacional. “En primer lugar, aunque no nos forramos para toda la vida, ganamos más dinero que el que podía soñar un chico de la edad que teníamos entonces. Además, no solamente aprendimos muchísimo sobre música (trabajamos con los mejores arreglistas, técnicos y productores), sino aún más sobre la vida, las personas, los negocios y la gente. La música no es solamente estar todo el día borracho, drogado o de fiesta, también requiere aprender a negociar con tu manager, la discográfica, el road manager, etcétera. Y eso se suele aprender más tarde, no con dieciocho años. Creo, en resumen, que fue una gran experiencia, finaliza Juanes.
Aunque ninguno volvió a aspirar al estrellato, todos siguen tocando. Juanes, junto a su hijo cuelga unas magníficas versiones rockeras en la red, en las que toca varios instrumentos. Javi, que dejó la actividad musical durante años, volvió a juntarse con varios amigos de la adolescencia (Jorge Orejudo, Basilio Jiménez y Pepe Vázquez “Seven”) para hacer también versiones de rock que le grabó Chomi Ingelmo, sin duda el mejor técnico salmantino. Luego, se trasladó a Extremadura, pero siguió haciendo lo mismo con otro grupo, llamado La Mula. “Sin embargo, ahora lo hago por afición, no por dinero. Además, aunque sigo tocando la guitarra en casa, me he pasado al bajo”, afirma.
Por último, Hugo, después de mucho tiempo de inactividad musical, montó, hace cinco años un grupo de rock duro, en el que intervinieron músicos tan de primera como Mario Cea a la guitarra, Chefo Martín a los teclados y Andrés Luna a la batería. El disco que sacaron se llama Bernalt Way y está compuesto por temas propios grabados también por Chomi Ingelmo en directo y posteriormente mejorados en estudio. “Aunque a muchos les extrañe, siempre nos gustó más el rock que el pop. “Ya cuando empecé con Terapia mi casa estaba llena de discos de Gun and Roses, Saxon, Iron Maiden o Metallica, no de estrellas del pop”, finaliza.
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