“Los viejos rockeros nunca mueren” es el título de la mesa redonda que celebramos el pasado sábado a las 12 de la mañana en la Biblioteca Torrente Ballester. En ella los padres fundadores del “pop” local contaron los difíciles comienzos de este estilo en Salamanca. Y digo “celebramos” y no el tópico “ tuvo lugar” porque el honor de moderar la reunión correspondió a quien esto os cuenta.
El elenco que congregamos constituía una florida representación de quienes, guitarra eléctrica en ristre, se lanzaron en los 60 al abismo “conjuntero”, para deleite de los jóvenes de entonces y desesperación de la mayoría de sus padres.
Podemos decir que los que estaban eran, pero que no todos los que eran estaban. En primer lugar, reunimos a miembros de conjuntos rivales. Por un lado, Román Gasco, que formó parte de Los Crashers, equivalente salmantino de Los Rolling Stones. Por la otra estaba Angel Luís de Vega, de Los Vanadiors, trasunto charro de los Beatles o Los Brincos. “Nosotros éramos amigos, pero nuestros fans se odiaban, y hasta iban a abuchear a los contrarios en más de una ocasión», afirma Gasco.
De su misma quinta son Gabi Sánchez y Chema Alonso, integrantes ambos del Grupo 96 y antes respectivamente de Los Cisnes y Los Rejas. Un poco más joven es Manolo Criśostomo; bejarano que a los diez años formó parte de Los Fans, una boy band de la época, compuesta por los hermanos pequeños de los miembros de los grupos más renombrados de la ciudad textil (Los Abejas y Los Arlequines). Ya adulto desempeñó una larga carrera como músico profesional en formaciones como La Orquesta Sur y hasta, ya en los noventa, en una resurrección de los mismísimos Abejas.
Entre otras anécdotas chuscas, Gabi contó sus primeros pasos “conjunteros”, dados en Los Dragones (1963). “Al principio tocábamos con guitarras españolas, provistas de pastillas electromagnéticas y conectadas a la radio de casa». Se encargó del piano, pero lo abandonó porque cuando actuaban en El Bretón tenía que tocar en el foso del teatro. Así que, harto de tocar abajo se pasó al bajo hecho con una guitarra eléctrica de las más baratas (las terribles Jomadi), desprovista de las dos primeras cuerdas.
Historias de parecida precariedad relataron los demás miembros de la mesa. Desde baterías construidas con botes de material usado por un mecánico dentista, hasta amplificadores caseros, que aprendían a construir gracias a los famosos cursos de electrónica por correspondencia de la Escuela de Radio Maymó. “Gracias a lo aprendido estuvimos años construyendo accesorios inasequibles para nuestros bolsillos”, cuenta Gabi. Otro de los factores que posibilitaron la compra de equipos cada vez mejores fueron las facilidades de pago otorgadas por Manolo Iglesias y el apoyo de algunos padres, una vez convencidos de que la pasión de sus hijos iba en serio.
Y es que resulta difícil de explicar a los jóvenes de hoy, acostumbrados a que casi cualquiera se pueda comprar una guitarra o un ampli de calidad aceptable, que hubo un tiempo en el cual un bajo barato costaba 8.000 pesetas y un amplificador 25.000, mientras ellos recibían 25 de “paga” los domingos y el salario medio no llegaba a las 2.000 pesetas mensuales. “Por ello teníamos que tocar durante años para saldar la enorme deuda contraída con el tío Manolo«, afirma Chema Alonso.
Eso sí, el trabajo abundaba porque había más locales que grupos. Todos los pueblos hacían baile con músicos los domingos, “En determinadas fechas, como las navidades o el 15 de agosto, la enorme cantidad de bailes celebrados hacía que se estableciera una especie de subasta entre pueblos, si no querían quedarse sin baile”, afirma Ángel Luís.
Otro problema con que se encontraban era la carencia del carnet preceptivo para actuar y otorgado por el Sindicato Nacional del Espectáculo. “Los músicos de conservatorio obtenían automáticamente una acreditación profesional, que era de color blanco. Los demás, si queríamos tocar teníamos que examinarnos en Madrid para el “carnet de atracción”, el mismo que tenían los payasos, afirma Chema. Los examinadores eran señores maduros, integrantes de bandas municipales y orquestas de baile.. Solían tener malas pulgas, desprecio por los “silbadores” y ojeriza a los “yeyés”, que, afirmaban, metían mucho ruido, no sabían leer música y quitaban el trabajo a profesionales tan grandes como ellos. “Por esa razón tenían cierta propensión a suspender a los “melenudos” y a los que cantaban en inglés”. afirma Chema. “No obstante”, continúa, “se podía vivir de la música con cierta dignidad si te la tomabas en serio y trabajabas mucho”.
Entre los aspectos negativos del oficio, Manolo Crisóstomo señala la voracidad de los managers, unos buitres que se quedaban con la parte del león de los cachés cobrados. A ello asiente Chema Alonso “nosotros tuvimos uno gallego que se quedaba con mucho más de lo que nos daba, aunque nos conseguía multitud de actuaciones y robaba por igual a los desconocidos como nosotros que a los famosos que representaba.
Otra cosa lamentable es, afirma Román Gasco, es la falta de unión que hay entre los músicos, su desinterés a la hora de organizarse sindicalmente. Yo ya estoy de retirada, pero me da rabia que los jóvenes sigan siendo así. son incapaces de reivindicarse como trabajadores y así les va, concluye.
Pese a todo, todos ellos se mostraron muy satisfechos de su vocación y ninguno parecía resentido, arrepentido o frustrado. A fin de cuentas han dedicado su vida a su vocación, su pasión. No todo el mundo puede decir lo mismo.
En resumen, podemos decir que tanto ponentes como asistentes (la sala estaba llena a rebosar) nos lo pasamos de maravilla, recordamos viejos tiempos sin convertir el acto en un ejercicio de nostalgia llorona y tocamos temas muy interesantes incluso para los músicos de hoy. Espero que pronto podamos repetir algo similar.
fotos: Fernando Sánchez (FerCyborg)
Más sobre esos pioneros, en El MES
En El MES hemos publicado muchos de los capítulos del libro de Víctor G. Villarroel, «Historia Incompleta del Pop y el Rock en Salamanca (desde 1959 a los ’80)«, donde narra muchas de las historias de aquellos grupos pioneros.
Puedes leerlos en el siguiente enlace:
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