“En esta parte, dejad que destaquen los primeros violines” es una de las frases de Andrés Ramos Navarro que acierto a escuchar entre el ruido de los calefactores del CAEM en esta gélida mañana de noviembre en la que asisto a un ensayo de esta agrupación.
Y es que Andrés, el director de la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca siempre habla muy bajo “para que los intérpretes presten total atención”, según me comenta Víctor Moro, el gerente de la JOSCS y principal motor de este proyecto. Profesor de viola en los Conservatorios de Salamanca y Ávila, cofundador de la Escuela de Música Sirinx, en los ’70 Víctor formó parte del grupo Huella, con legendarios intérpretes como Mariano Iglesias y Paco García.
Me resulta extraño ver a una orquesta vestida “de paisano”, de calle. Parece que le arrebata a la música clásica ese aire de música culta, de música elitista, aunque lo cierto es que niños y adultos disfrutan por igual de las piezas sinfónicas si se les ofrece, si se les acerca, si se les brinda la oportunidad de escucharlas. Y esa es una de las tareas de la JOSCS, que a lo largo de su trayectoria ha celebrado conciertos didácticos para popularizar un género musical mucho más rico y variado, mucho más interesante que la música trap, reguetón y similares estilos urbanos que banalizan la experiencia musical y a menudo contienen letras nada edificantes.
Cantera de músicos
Esta orquesta es un auténtico trampolín de músicos que nace a finales del siglo pasado en el centro educativo “Antonio Machado” de la mano de Víctor Moro, y poco después se rebautiza y consolida con el apoyo del Ayuntamiento de Salamanca, que le brinda el Centro de las Artes Escénicas y de la Música (CAEM) como su sede.
De nuestra Joven Orquesta surgió Alba S. Torremocha, la violinista, directora y compositora que hace un par de semanas estrenó en dicho auditorio su magnífica obra “13.8 Spacetime Symphony”, recibiendo los merecidos aplausos de un público entregado al talento de su joven artista afincada en Nueva York, donde compone bandas sonoras para documentales, cine y videojuegos, como nos contaba en esta entrevista para Radio USAL.
También fue miembro de la JOSCS el contrabajista Rodrigo Moro, que con 12 años asistió a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Londres, y ahora forma parte de esta prestigiosa agrupación londinense.
Tener la oportunidad de compartir escenario con una orquesta sinfónica, aprender con sus directores y con veteranos como el contrabajista Javier Gil o el violinista y concertino Marco Pastor, sentir el apoyo de tus compañeros en los ensayos y los conciertos, es una experiencia única que para muchos representa un fuerte impulso a sus carreras musicales profesionales.
Tuve el placer de entrevistar en 1988 a Javier, Marco y su compañero Michel Núñez en El MES cuando lo publicábamos en papel y ellos formaban parte de la magnífica banda de música celta Cormac, y aún recuerdo con agradecimiento que Javier incluyó mi libro “MIDI e Informática Musical” (1992) en la bibliografía recomendada de sus clases en el Conservatorio Profesional de Salamanca.
Dirigiendo a decenas de jóvenes intérpretes
Cuando era pequeño no entendía por qué era necesario un director si los intérpretes ya lo tenían todo anotado en esos papeles con tantas líneas, casi tantas como las que usábamos en el colegio para escribir dictados y tomar apuntes. Con el tiempo, descubres la importancia de esa imprescindible figura, y asistiendo a los ensayos te queda aún más claro.
Pero aún me pregunto cómo pueden los directores de orquesta distinguir entre 70 u 80 músicos, cuál de ellos se ha adelantado o retrasado, cuál no ha realizado un vibrato o el ataque de una nota del modo deseado. Ese perfecto engranaje que supone una agrupación tan grande se me antoja imposible de coordinar. ¿Cómo encajar todas las piezas en un todo tan armonioso, tan equilibrado, tan evocador y delicioso, tan enérgico o delicado, tan respetuoso de la composición original a la vez que impregnado de la personalidad del director?
Andrés Ramos lo consigue con su talento, trabajando con músicos aún en formación, haciendo valer sus estudios de dirección de orquesta en Londres, Berlín y su licenciatura en Leipzig, viajando desde Valencia para asistir a cada ensayo, a cada recital. “Uno de los objetivos del director es el de ayudar a la orquesta a alcanzar su máximo potencial artístico”, decía en una entrevista de Charo Alonso.
El joven talento Sergio Manuel García, percusionista de la orquesta y director musical de la Banda de Música de Villamayor, dirigió a la JOSCS en el primer concierto de la temporada, con obras de Bizet, Verdi y el citado 13.8 de Alba.
Una orquesta abierta al mundo exterior
La Joven Orquesta también ha interpretado en este año 2023 la obra “Amanecer en la Plaza” del salmantino Víctor Reyes, que ya había estrenado en 2005, así como en 2009 estrenó su poema sinfónico “Monleón”. Reyes es un reputado compositor de bandas sonoras en España y Hollywood, y ganador en 2016 de un premio Emmy por su música creada para la serie de la BBC “The Midnight Manager”.
Innovadora e inquieta, la JOSCS se ha atrevido a colaborar con músicos de otros géneros como José Mercé, El Consorcio (Mocedades) o Ara Malikian, y han grabado un CD completo titulado “Piel Sinfónica” con música original de la banda de pop rock salmantina Baden Bah. “Me impresionó darme la vuelta en un ensayo y ver detrás de mí a 70 músicos tocando nuestras canciones”, recuerda su cantante, Jimmy López.
Bajo la batuta de Ignacio García Vidal, la JOSCS ha grabado dos discos más, uno con obras de Bretón, Gombau y Víctor Reyes, y el otro dedicado a Schubert, Turina y Bretón.
A la musa rogando y con la partitura dando
“¿Has probado la mitosis?” bromeo con el clarinetista Víctor Grande cuando me dice “hoy tengo 3 ensayos, no sé cómo me las voy a arreglar”. Y es que Víctor, además de intérprete de la JOSCS, es miembro de la Banda Municipal de Béjar y de la Banda Tomás Bretón, para la que ha compuesto una obra titulada “1923” en homenaje a Bretón, y que se estrenará el 10 de Diciembre en el Teatro Liceo. Y aún araña algunos ratos para su dúo de música electrónica “Cures” con otro joven talento de nuestra tierra, el pianista Hugo Curto.
Porque si la música no tiene fronteras estilísticas, o no debería tenerlas, tampoco la edad es un problema para disfrutar del trabajo de estos jóvenes o jovencísimos intérpretes, que los sábados por la mañana, después de una semana de clases en el instituto y/o conservatorio, en vez de tumbarse en el sofá a leer un buen libro, dar un paseo con sus amigos, echar unas partidas en la Playstation, dejarse los ojos revisando sus redes sociales en el móvil, o lo que vaya usted a saber que hacen los chicos y chicas actuales, cargan sus instrumentos –más afortunados los flautistas que los contrabajistas- y dedican la mañana a ensayar con sus compañeros y maestros.
Algunos quieren estudiar arquitectura, físicas o historia, otros seguirán en el conservatorio hasta completar sus estudios, y sólo unos pocos como Alba y Rodrigo conseguirán vivir de su pasión, en este mundo que tan pocas oportunidades proporciona a nuestros artistas.
El Arte es morirte de frío
“Qué lástima que nuestros talentos musicales tengan que irse fuera para poder vivir de la música”, reflexiona Víctor Moro, y recuerdo a los excelentes grupos salmantinos de música propia que publican estupendos discos de pop, rock, jazz, hip hop y otros muchos estilos, pero también a nuestros poetas y novelistas, artistas plásticos, actores, bailarines, etc, que tienen que simultanear un trabajo en cualquier otro campo con la práctica de su arte. Creación artística que deviene en una actividad secundaria siempre supeditada a las obligaciones laborales, porque en el supermercado les toca pagar el arroz y el zumo de naranja como a todo el mundo.
Quizá no nos merezcamos una orquesta como la JOSCS, quizá debiéramos prestar más atención a nuestros creadores e intérpretes, asistir más a sus conciertos y aplaudirles más, divulgarlos más y respetar más este inmenso esfuerzo que músicos y directivos despliegan día a día, ensayo a ensayo, concierto a concierto, para demostrar su valía, reivindicar el presente y sembrar el futuro de la cultura, nuestra cultura, nuestro orgullo, en esta docta Salamanca.
Quizá así consigamos una orquesta en crescendo.
Fotos: FerCyborg, salvo indicadas
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